martes, 9 de marzo de 2010

De mañana en el sur

Abrió los ojos sabiendo que era jueves. Se levantó sin fatiga. Espió por la ventana, hacía frío. La hamaca abandonada chirriaba mecánicamente. Se demoró en el desayuno oteando todavía en la noche de marcapasos y espera. Alguien la saludaba desde el fondo de la memoria; no acertaba a decir su nombre ni a ver su cara, pero sabía que quería ese saludo.
Se levantó enérgica y se vistió con esmero. El frío prolongaba el ritual frente al espejo. Volvió a ver que colgaban muchos años de su cara. Se puso la campera, se calzó el gorro, los guantes, la mochila y salió. Sintió que el aire frío le cortajeaba las orejas. Atravesó el centro todavía desierto a esa hora.

Cualquier duración tiene sus consecuencias. Frotar la palma de la mano contra la pared de la ignominia durante uno, dos, cinco siglos puede hacer una diferencia, pero no hiere. En cambio, ultrajar a la propia lengua, irrita.

Las luces amarillas la guiaban. No estaba nerviosa, aunque de atrás, su paso apurado hacía pensar en una urgencia. El gorro naranja ponía punto final a tanto desgarbe.

Vio que de la chimenea salía humo. Ya habían llegado los primeros.

Días de Santiago

(ver la película)

Santiago mira buscando y huyendo al mismo tiempo.
Santiago cree en lo que ya no existe o en lo que tal vez nunca existió.
Santiago se siente defraudado por aquellos en los que creía.
Santiago entiende que una vida no puede no ser ordenada, y que ese orden hay que conversarlo.
Santiago quiere comprar una heladera en un negocio en el que hay decenas de heladeras en fila, y no le dan crédito para que pueda comprarla. Le están vetando la confianza en que es capaz de conseguir 33 dólares al mes. Alguien decide retirarle esa confianza, Santiago no es confiable. Por qué?
Santiago nació y creció en la pobreza. Pobreza hasta de palabras. Nada ni nadie estaba en su lugar. Y él es responsable de eso?
A Santiago le dijeron que existía lago llamado la patria del Perú y que él teniá un lugar en esa cuna. Peleó, dio su tiempo y arriesgó su vida por defender una quimera que finalmente no lo cobijaba.
Santiago imagina más de lo que hace. Actúa y habla en soliloquio pero la urbe lo acosa, le cuesta, lo vulnera.
La puta Lima lo envuelve.