He nacido en una cuna incómoda.
He nacido en una casa incómoda. Las paredes chillaban de colores, mi madre chillaba por todo, chillaba el perro cuando la abuela lo agarraba a escobazos. Chillaba mi país pariendo una dictadura, chillaban los corazones de mis padres al compás de la marcha peronista, chillaba la juventud yendo a la revolución.
Perón presidente venía de morirse y una ínfima niñita llorando. El recorrido de mi gestación fue el del auge y muerte del líder, nací en un país de luto, en una familia doliente.
Los primeros días, un desfile de caras extrañas se acercaban a mí, demasiado. Podía sentir los olores de todos los que sonriendo me espiaban. Olor a maquillaje barato, olor a cerveza en el bodegón de la otra cuadra, olor a spray para el pelo, olor a pasta de dientes para niños, olor a cigarrillo, olor a chicle. Todos, indefectiblemente, venían y me dejaban una caravana de olores que me adormecían.
Sí, de niña dormía bastante; esa negación del mundo exterior, mi partida diaria hacia otros lares. En esos viajes, me arrellanaba en esa masa informe y sin peso de que están hechos los sueños. Esos pasadizos amorfos e indefinidos por donde transitar con la inocencia como guía. En aquella época solía soñar con un campo verde y ancho, una pampa afelpada en la que un árbol y un caballo entablaban una conversación insólita.
- De qué está hecho tu relincho?
- De un cansancio atónito por no poder hablar, es un grito putrefacto en el cielo infinito.
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waw!!!!!!!!!!!! se me impregnaron los olores; literalmente olí todo eso. creo hoy sueño con spray para el jopo.
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