Soy

Soy.


Soy el papelito arrugado escondido en el pupitre marrón.

Soy el machete de la prueba de química, soy la carta de amor al profesor más temido, soy la puteada indignada, soy el dibujo en la clase aburrida, soy el tiempo que falta para el recreo, soy el programa del viernes a la noche, soy la rateada colectiva planificada en la clase de francés, soy el chicle gastado, soy una frase que valía la pena anotar pero para qué guardarla si ya la porto conmigo...

Soy y quiero ser. Quiero vivir muchas vidas, quiero todos los mundos, quiero nacer mil veces. Quiero sacarme los mocos en plena reunión, saltar a la soga, morirme de amor, decir siempre la verdad (aunque dudo de que exista lugar para la incontinencia en este mundo de territorios definidos).

Y sí, ése es un patio. Ahí voy a descansar cuando de afuera se empecinan en querer decirme que estoy equivocada. Yo me río (y a veces lloro, es verdad) pero al final me gusta más mi jardín interno, donde Dios elige la humanidad y todavía anda por ahí, donde los amigos son tibia y peroné, donde un puñado de escritores dicen tan bien lo que me habita, donde la música es necesidad ignorante, las palabras bailan conmigo un minué esquivo y cinco o seis recuerdos se empeñan en perdurar.

Mi nombre es mío.

Mi color es el verde.

Mi signo es la espera.