Volver a escucharte y
sobresaltarme como cuando se encuentra a un querido amigo por la calle, de
sorpresa. Saber que aún estás ahí, que aún hay recorridos sensibles a tu modo
en mí. Confirmar que no me he perdido, anduve distraída tal vez. Recibir como
un regalo inesperado el tono grave de tu voz, esas palabras que a nadie más he
oído. Sentirme parte de la familia de la calle Humboldt, y de los cronopios y
famas, creerme una esperanza. Ser Andrés Fava, y la Maga y Manuel leyendo el
diario que nos escribiste. Recordar pasajes, fragmentos, como unas viejas y
felices vacaciones de infancia, inocentes hasta la saciedad. Emocionarme. Solos
vos y yo, nadie más, nada más, otra vez 19 años en una cama extraña,
descubriéndonos.

Ahora estoy en otra parte, sabés?
Cambió mucho todo, cambié yo. No, no es que haya decidido la tintura ni las
siliconas, no, pero los años, las decisiones, el azar. Mirá, hablando de azar
justo ahora me encontrás leyendo Memorias de Adriano. Y sabés? No puedo dejar
de sentir tu presencia en esas letras, tus manos precisas apuntando la palabra
correcta. Correcta es una mierda de palabra, pero quiero decir esa única
palabra que puede decir lo que dijo Margarita que dijo Adriano. Entonces están
siempre los tres juntos, como haciendo más densa la historia. Y me gusta. Es
como espiarte. Juego a tratar de descubrirte detrás de un modismo, una
construcción gramatical arbitraria, un gerundio. Y justo ahora te vengo a
encontrar! Volviste a mí como un hermano mayor para calmarme, para decirme que todo está bien, que soy yo, que
soy la misma, que soy la que quise ser. Y yo te creo Julio, porque sos vos,
porque no me vas a venir a joder a mí después de tanto tiempo, tanta vida.
será que la rosa del Principito, habrá, igual que aquella del fondo del jardín, sobrevivido solamente por haber sido fiel y definitiva? será posible que las noches y los días solo se sucedan en algunos sitios y en otros se detengan? cómo en el jardín del fondo o en el planeta B612?
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