Niñito hecho de misterio que un día serás hombre.
Sueño poder mostrarte, enseñarte, darte, contarte, transmitirte, no sé
cuál será la palabra, como tampoco sé cuál será el modo. Me gusta el francés apprendre porque es de ida y
vuelta.
Puedo ceñir difusamente el qué.
Que seas libre. Grandilocuente frase, con serio riesgo de no decir nada.
Que elijas, que oses, que arriesgues. Que discutas y tomes posición, que te
amistes y enemistes por lo que creés.
Que creas con el corazón, la razón y las entrañas. Dos o tres verdades a
las que te sea imposible renunciar. Esas que hagan de vos la misma persona a lo
largo de la vida.
Y que al mismo tiempo puedas poner en cuestión tu mundo, el nuestro, el
del lugar en el que elijas vivir.

Que te comuniques con la alegría de la vida, la grandeza de los amigos
que perduran a través del tiempo y los cambios, y también la sorpresa de los
nuevos amigos, cuando yo no se esperan.
Que te dejes permear por la naturaleza y sus ciclos. Ponerle calma y
tesón al frío porque después la primavera traerá sus retoños y su perfume
estimulante.
Que dejes un lugar en tu corazón para el perdón, que es al mismo tiempo
dejar un lugar para la propia debilidad. Que te sepas fuerte, potente, pero
también frágil, necesitante de los demás, de algo más allá.
Que no temas pronunciar el amor, ni vivirlo en sus muchas maneras.
Que te descubras lentamente, con el correr de los años, develandote en
un hurgar interno y propio.
Que haya un sentido. Y a la vez, que pueda moverse, sin dejar de ser
sentido.
Que seas y estés en el mundo de manera genuina. Que encuentres los modos de explorar el mundo y sus fronteras.
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