Soñolencia en el sillón de la sala. Seis velas que deberían
destilar sabor, sólo iluminan. Iluminan, que no es poco. En la semivigilia tengo la
revelación de que mañana (que ya es hoy) es nuevedefebrero. Un año más.
Pienso en nosotros. En vos. En mí. En la complejidad
incomunicable que somos. En lo que mostramos. En lo que decimos. En lo que
callamos.
Volvemos una y otra vez niños
riendo bajo el silencio y la sorpresa de la nieve. Vuelve tu mano a posarse en
mi rodilla. Vuelve mi incredulidad a no creer que sea posible que me esté
sucediendo a mí. Vuelvo a saber que algo del orden de lo sagrado cristalizó en
ese momento, y que ese algo tiene vida propia. No somos más que espuma del
color del yodo que va y viene a merced de esas olas. Pero qué si no fuéramos
espuma…?
El núcleo. El centro. El
símbolo. La cifra todopoderosa. El nombre de dios. La literatura entera y más.
Las pasiones humanas. Las emociones. La intensidad de eros y el vacío
nauseabundo tánatos. Todo. Todo, todo en ese día, en esas horas de esa noche,
ese camino blanco, acolchonado…lejano.
Digo esto, que es no decir
mucho, pero es balbucear lo suficiente para llegar a salpicarte, y que sonrías.
Cito tus palabras sin ficción: "vida propia". Sí. Vida. Propia. Estoy de acuerdo. Aquéllo fue, respiró y comenzó... a dejarse ver.
ResponderEliminarAyer, nuevedefebrero, unos cuantos ciclos después, tu apellido, y unas pestañas similares a las tuyas compartieron mesa en armonía, risa y muchas manos danzantes, entre humilde cena mediterránea.
Emmm... decía el muchacho de tu apellido mientras visualizaba lo que buscaba expresar. Emmm...
Y eras tú. Abriendo los ojos, al tiempo que dibujabas en tu mente la fonética y la sintaxis de lo que necesitaba encontrar forma en tu garganta.
Se lo dije algunas veces. Para mí fueron pocas. Para él debió ser excesivo: "Miráis igual. Hasta en la voz..." Sí, la voz, se arrastra parecida. Emmm...
Te tuve aquí. Todos te imaginamos paseando el carnaval, con tu grande y tu chiquito. Pero aquí te tuvimos.
Los ciclos, y la manta de nubes que nos sobrevuelan, saben que aquella pequeña, en catalán "petita" epifanía, consolidó una creencia.
Entre los copos salpicando de ruido el silencio, estaba, existe. La dicha, la fuerza, lo real y lo imaginado, lo sagrado, el oxígeno, el fluir.
Hermana, por todos los febreros.
Siempre. Siempre!!
Por todos los febreros que aún esperan ser vividos por vos, por mí!
ResponderEliminarEpifanía, sí.
Creencia, sí. Y rotunda verdad: éramos res, además de cogito.
Somos. En plural.