domingo, 3 de octubre de 2010

Poema musulmán

Si nos dormimos
somos los adormecidos del Señor
y si nos despertamos
estamos en sus manos
si lloramos
somos su nube repleta de lluvia
y si nos reimos
somos su relámpago en ese momento
si nos enojamos y peleamos
es el reflejo de su ira
y si recuperamos la paz y perdonamos
es el reflejo de su amor
¿Quiénes somos nosotros en este mundo complicado?

sábado, 18 de septiembre de 2010

Angelita Dorrego. (versión libre)

He venido a este convento a destilar lo que me queda de vida. Si es que este levitar puede llevar ese nombre.
Hubiera preferido que el fuego te besara los pies y subiera despacio y crepitante por tus tobillos, tus pantorrillas, tus muslos, tu vientre, tu pecho…como yo subí tantas veces Manuel, tímida, intrigada, fascinada.
Sí, hubiera preferido el fuego pero los dioses eligieron un escupitajo de pólvora clavado en el medio de tu pecho, mi pecho Manuel.
Y ahora me deshago en esta celda. Las paredes blancas traspiran tu ausencia, las campanas suenan tu muerte, los monjes rezan y en su murmullo yo sé, una y otra vez, que no volverás.
Una extranjera me visita algunas noches. Me huele, me mira, y se sonríe. No dice nada. Nunca dice nada pero su existencia me lleva al cónclave de los generales que absurdamente decidieron tu destino y el mío. Y el de muchos más…
Yo te ví luchar con Belgrano, con San Martín. Yo sé de tu rebeldía, de tu hombría. Yo sé de los sueños de Patria Grande, yo sé que amás a los hombres y mujeres de este país. Y que ellos te aman. El negrerío clama Manuel, los pobres te lloran.
Conmigo.

Sur-real.

Fóbicos flecos de aserrín te adornan el sendero. Un farol de violetas te martilla el alma, y los pies. Las uñas negras, podridas, torcidas blasfeman putrefacción. La estación cerrada deja pasar el agua clara de la fuente que ha de pedir perdón. Ese acento inocultable se devela en los momentitos desprolijos del ser siendo. Tu boca pare renacuajos húmedos como besos y amapolas. Opio. En esta acera todo chirría.
Los muebles esconden ojos y pestañas. Y mueren. Y ven que nada ha de volver. Y ven que los gusanos preparan el hoyo y la tierra. Y saben que la chimenea pita y el vagón se descarrila. Igual que ese ovillo de nardos que al desenredarse perfuma y amarillea el salón.
Nudo de acero y tiempo. Nudo de tiempo y algodón. Nudo de nausea y biografía.
Las ojotas rojas se salen de los dedos, te abandonan, te hamacan. El moño que te pusiste en el recuerdo hace que todo sea borroso. Incluso esa mecedora en la que podría sentarme a descansar. O a llorar. Con tus manos pesadas sobre el regazo de mi memoria. Y tu cantar en mi oreja.
Pero las violetas se hinchan como leones y sacuden su melena de polen. Y lloro. Y llago. Y entonces qué?

sábado, 14 de agosto de 2010

Río, vos.

Pan de azúcar tus manos,
puras y negras, vívidas
cálidas, amantes manos tuyasmías.

Pan de azúcar tus ojos abiertos
inquietos curiosos ojos
que todo lo quieren ver.

Pan de azúcar tu sonrisa franca, niña
entera sonrisa que revela
el hombre que sos.

Pan de azúcar no te conocía,
te intuía de a ratos, sabedora sin mapas.
y aquí estás, río,vos.

Dicen.

-Dijiste poca edad.
- Dije poquedad.
Pocaedad, poquedad, oquedad del decir.
Dije que yo era muy chiquita, frágil, indeleble ser.
Dije y me dijeron que sonreía a pesar de todo. Ríe la niña y conjura la oscuridad del mundo, el imperdonable pecado de haber nacido.
Una desgracia vuelta poder.

viernes, 13 de agosto de 2010

Temblor.

No supo qué decir, el estómago pedía a gritos algo que comer. Irrisorio, absurdo querer comer cuando la esquina se desvanecía tan de golpe, tan de verdad.
De a uno, los ladrillos comenzaron a desmadrarse, el pegamento terminó súbitamente su razón de ser y se despegaron los mosaicos. Sin aviso, sin run run previo, el muro empezó a desgajarse, seguro en su desintegración. Cuánto sostenía ese muro insignificante….
Por qué no correrse? Por qué no buscar refugio? Por qué ese tremendo empecinamiento en quedarse a la intemperie, rasguñada por el viento y el frío, por el tremendo caer del muro…?
Si la energía se condensara, esos ojos fulminarían la obstinación de la caída. Pero el alegato gana, gana la trocha transitada, gana la puta y envilecida costumbre de quedarse a la intemperie, carroña. Viendo el ocurrir de la destrucción.
Sabe perfectamente que en esas coordenadas se mezclan furtivamente el agua del arroyo y la podredumbre del fango extemporáneo. Y cristalizan en mierda. Pero no puede, o no sabe, evitar el paralelo 22´34”, es así, una y otra vez el bote se anega en esas aguas.

En Lima.

Me despierto, me voy despertando…Es cursi, pero me voy despertando y sigo siendo feliz desde la profundidad de mi inconsciente, que hoy le hizo decir a mi analista: y vos, para qué querés venir?
Y hay una piel ancha y amplia que es mía, respira y tiende sus seudópodos insistentes, reincidentes, extraviados. Y descubro cada mañana dermis donde alguna vez hubo palabras, ideas.
Amanezco con el océano al oeste y mi tendencia al río al este se ríe, a veces, y a veces reza, otras llora. Pero siempre las ganas de remolonear, de demorarme en el abrazo, en el entretejido que exuda noche, que incita.
Después, pasito a paso avanzo por una ciudad que no es mía pero me recibe, veo caras que no son las que he visto toda la vida, descubro gestos, cadencias, andares, acentos, intercambios….Me defiendo como puedo de la violencia de los que manejan autos, coches viejos, mega camionetas de ostentación burda, trazo mi ruta, disfruto del nuevo Metropolitano que me cobija como lo conocido.
Recibo cada vez que ocurre como una epifanía el vuelto de un pasaje que puede valer lo que el cobrador diga, o lo que la pinta del pasajero insinúe, pero no, vale una china (cincuenta centavos) porque es corto el viaje.
Me dejo embriagar por el sol cuando quiere apoderarse de la ciudad gris, y sonrío de pura gratitud. Y así ando, zombie de amor.

sábado, 10 de julio de 2010

Aquí.

Aquí es el lugar en el que soy feliz.

El lugar en el que soy feliz se mueve conmigo. Es móvil. Se transforma.

Es luminoso, colorido, cursi.

Tiene aristas, ventanas, puertas, caminos.

El lugar en el que soy feliz me ha tomado por sorpresa, llegó a mí de la mano de la palabra, sentada en una silla que no es mía, pero cuánto sin embargo. Me ha esperado mucho tiempo, muchas risas, muchos remanidos recodos del camino, que no llamaré equivocados por no ser injusta, pero sí dirá desde este lugar que fueron más bien por gusto.

El lugar en el que soy feliz suda, grita, salta, se exalta. Lee. Lee ávidamente y extraña ávidamente leer y tropezarse con algunas palabras, algunas ideas que me arrebatan los ojos y me hacen sangrar, llorar.

He llegado llorando, después de no haberme permitido llorar durante años. He perdido varios dientes en la batalla. He ganado unos cuantos amigos de los de buena madera, para siempre, para seguir siendo el lugar en el que soy feliz.

El lugar en el que soy feliz está también habitado por un compañero inapalabrable de tan real. Un madre y un padre que no sabían me dejaron al inicio del camino. De a ratos volvían con algún indicio, algún gesto que me ayudan a andar todavía hoy.

Hay ojos entrañables en este lugar en el que soy feliz, y olores que trazan un mapa entre Misiones y Chincha, de la selva al mar, de Paraguay a Perú.

En este lugar en el que soy feliz no entra la biblioteca que fui construyendo durante años. Qué querrá decirme mi biblioteca despanzurrada lejos de mí, abierta para quienes quieran tomarla, inaccesible ya a mis manos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Un alba más

Se instala la calma como una mano mansa y verde.

Mi vientre huele a albahaca.

Suda el sol y trae nuevas palabras.

La garganta se lava de rosas.

He decidido quitarme el velo de la cabeza. Era pesada la tela, como la espera.



Urge la vida de otro modo. Esas manos quieren el pan de mi carne.

La primavera ha llegado en pleno invierno.

lunes, 26 de abril de 2010

Había una vez...

No recordaba mucho, pero no hacía falta. Portaba todo consigo, en su abrigo, su piel, su espada.
Había sí, algo como de luz entrando de contrabando, ladeando el filoso negro agazapado. Una luz acerada y escurridiza, hincante como un perro faldero, arbitraria como la primavera, puntual.
Los juegos se extendían durante horas, las hojas  de la parra paseaban gusanos, la fábrica de atrás, abandonada, siempre. No hacía falta nada más, nadie más.  Esas niñas se bastaban a sí mismas de tanto quererse y necesitarse, el mundo era infinito e indoloro en ese patio colorado.
Por dónde entró el dolor? Cuándo?
Las baldosas eran chiquitas y estaban pegadas una al lado de la otra, con esmero. El trapo que la madre arrastraba lamía las baldosas hasta dejarlas rígidas, intocables. El jardín desmechado cumplía más bien la función distractora de gatos que el padre se negaba a ejecutar. Las ratas devolvían su sentido a los gatos.
En ese universo perfectamente enajenado, las niñas eran un globo suelto en un acto oficial. Iban en sólido armazón sabiéndose, descubriéndose, provocándose partos y gestaciones felices, inocentes.
Los martes cantaban. Miércoles disfraces. Jueves escondidas. Viernes mancha y elástico. Sábado los primos, muchos también, globos y botellas en el mar, carnaval! Domingos misa y scrabel. Lunes, lecturas.
Qué día se detuvo la rueda? Por qué?

sábado, 24 de abril de 2010

Sueño piedras

Juega a la rayuela la niña terrible. Juega y no sabe las reglas. Inventa una por cada piedrita lanzada. Juega con muchas piedras, que vuelan, que flotan, que arrastra incansablemente hacia el fondo de sí misma, casi sin fondo...
La tiza ha comenzado a desdibujarse, de tantos pisotones y sálticos, la rayuela es ahora un mapa desconocido sobre el que la niña navega a la deriva, sin barca. Pero ese mapa la contiene, la abriga, le impide caerse al mar, y perder.
No hay niños que entiendan su juego, lo móvil de sus reglas y sus marcas. Por cada piedrita un sueño, en cada sueño la insoportable posibilidad de que se haga realidad si acierta. En cada piedrita una ola escondida, un recuerdo olvidado, el olor de lo imposible.
A qué sabe ganar? Cómo es ganar?
Millares de piedras se esparcen en su camino y la niña las elige con ahínco y detenimiento. Se agacha y en cuclillas recoge algunas en su puño, para elegirlas como un orfebre, cierta en su tacto, segura de que seguirá jugando hasta que se ponga el sol, temiendo.

martes, 9 de marzo de 2010

De mañana en el sur

Abrió los ojos sabiendo que era jueves. Se levantó sin fatiga. Espió por la ventana, hacía frío. La hamaca abandonada chirriaba mecánicamente. Se demoró en el desayuno oteando todavía en la noche de marcapasos y espera. Alguien la saludaba desde el fondo de la memoria; no acertaba a decir su nombre ni a ver su cara, pero sabía que quería ese saludo.
Se levantó enérgica y se vistió con esmero. El frío prolongaba el ritual frente al espejo. Volvió a ver que colgaban muchos años de su cara. Se puso la campera, se calzó el gorro, los guantes, la mochila y salió. Sintió que el aire frío le cortajeaba las orejas. Atravesó el centro todavía desierto a esa hora.

Cualquier duración tiene sus consecuencias. Frotar la palma de la mano contra la pared de la ignominia durante uno, dos, cinco siglos puede hacer una diferencia, pero no hiere. En cambio, ultrajar a la propia lengua, irrita.

Las luces amarillas la guiaban. No estaba nerviosa, aunque de atrás, su paso apurado hacía pensar en una urgencia. El gorro naranja ponía punto final a tanto desgarbe.

Vio que de la chimenea salía humo. Ya habían llegado los primeros.

Días de Santiago

(ver la película)

Santiago mira buscando y huyendo al mismo tiempo.
Santiago cree en lo que ya no existe o en lo que tal vez nunca existió.
Santiago se siente defraudado por aquellos en los que creía.
Santiago entiende que una vida no puede no ser ordenada, y que ese orden hay que conversarlo.
Santiago quiere comprar una heladera en un negocio en el que hay decenas de heladeras en fila, y no le dan crédito para que pueda comprarla. Le están vetando la confianza en que es capaz de conseguir 33 dólares al mes. Alguien decide retirarle esa confianza, Santiago no es confiable. Por qué?
Santiago nació y creció en la pobreza. Pobreza hasta de palabras. Nada ni nadie estaba en su lugar. Y él es responsable de eso?
A Santiago le dijeron que existía lago llamado la patria del Perú y que él teniá un lugar en esa cuna. Peleó, dio su tiempo y arriesgó su vida por defender una quimera que finalmente no lo cobijaba.
Santiago imagina más de lo que hace. Actúa y habla en soliloquio pero la urbe lo acosa, le cuesta, lo vulnera.
La puta Lima lo envuelve.